Las acciones de supervisión y orientación dentro de una organización, las relaciones con los propios compañeros, el trabajo disciplinado en equipos, el liderazgo, los sistemas de Recursos Humanos, y hasta los procesos de gestión tecnológica están influidos, y en muchas ocasiones, su éxito depende de que las personas que intervienen se conduzcan con Inteligencia Emocional.
Definición
Wikipedia define la Inteligencia Emocional* como la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional Intelligence, publicado en 1995.
(*09/11)
La Inteligencia y la Inteligencia Emocional
Desde siempre hemos oído que el C.I. (Cociente Intelectual) era determinante para saber si una persona tendría éxito en la vida, un test podría marcar el futuro de su éxito académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios años que desde el ámbito empresarial se dieron cuenta de que son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida.
Piensa por un momento la importancia que las emociones tienen en nuestra vida cotidiana, y rápidamente te darás cuenta de que la mayoría de las ocasiones éstas marcan todas nuestras decisiones casi sin percatarnos. ¿Compraste coche haciendo cálculos de rentabilidad? ¿Elegiste pareja porque objetivamente era la mejor opción? ¿Elegiste tu trabajo porque te ofrecía el mejor sueldo? La mayoría de nuestras decisiones están tintadas -si no dominadas - por las emociones.
Ante esto, hay que admitir que hay gente con un dominio de su vida emocional mucho mayor que otra. Y es curioso ver qué poca correlación hay entre la Inteligencia clásica y la Inteligencia Emocional. Un caso extremo sería el clásico “nerd”, que llevado al límite es unamáquina intelectual pero con una vida emocional desastrosa. Por otro lado podemos encontrarnos con gente que no pasó de la primaria, pero que llevan una vida exitosa y poseen una vida ordenada y envidiable. Estos casos extremos no son lo común, pero es necesario darse cuenta que hay que prestar mayor atención a este tipo de habilidades que pueden marcar nuestra vida tanto o más que el C.I.
Todas las emociones son impulsos para actuar, y cada emoción prepara al cuerpo para actuar de forma específica. A continuación se presentan algunos ejemplos de la relación que existe entre emociones y respuestas fisiológicas:
Ira – La sangre fluye principalmente hacia las manos y el corazón late con mayor rapidez. Acompañados de un aumento de adrenalina en la sangre.
Temor – La sangre se concentra en los músculos, especialmente en los de las piernas, para facilitar la huída.
Felicidad – La actividad cerebral se centra en la parte central, se inhiben los sentimientos negativos y se experimenta un aumento en los niveles de energía.
Amor – Se produce la relajación del organismo y un estado general de calma.
Sorpresa – la retina permite entrar una mayor cantidad de luz para detectar con mayor facilidad los cambios que experimenta el medio.
Disgusto – Se produce una inhibición de la evacuación, insomnio y riesgo de hipertensión.
Tristeza – Se produce una disminución en los niveles de endorfinas necesarias para fortalecer el sistema inmunológico.
Componentes de la Inteligencia Emocional
Según Daniel Goleman, los principales componentes de la Inteligencia Emocional son:
Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo)
Se refiere al conocimiento de nuestras propias emociones y cómo nos afectan. Es muy importante conocer el modo en el que nuestro estado de ánimo influye en nuestro comportamiento, cuáles son nuestras virtudes y nuestros puntos débiles. Nos sorprenderíamos al saber cuan poco sabemos de nosotros mismos.
Autocontrol emocional (o autorregulación)
El autocontrol nos permite no dejarnos llevar por los sentimientos del momento. Es saber reconocer qué es pasajero en una crisis y qué perdura. Es posible que nos enojemos con nuestra pareja, pero si nos dejáramos siempre llevar por el calor del momento, estaríamos continuamente actuando irresponsablemente y luego pidiendo perdón por ello.
Automotivación
Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite mantener la motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva ante los contratiempos.
Reconocimiento de emociones ajenas (o empatía)
Las relaciones sociales se basan muchas veces en saber interpretar las señales que los demás emiten de forma inconsciente, y que a menudo son no verbales. El reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten - que se puede dar a notar por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala contestación - nos puede ayudar a establecer lazos más reales y duraderos con las personas de nuestro entorno. No en vano, el reconocer las emociones ajenas es el primer paso para entenderlas e identificarnos con ellas.
Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)
Cualquiera puede darse cuenta de que una buena relación con los demás es de las cosas más importantes para nuestras vidas y para nuestro trabajo. Y no solo tratar a los que nos parecen simpáticos, a nuestros amigos, a nuestra familia, sino saber tratar también exitosamente con aquellos que nos desagradan, o quienes están en una posición superior, o con nuestros jefes.
La Inteligencia Emocional en el trabajo
La I. E. ha trascendido del plano personal y ha entrado a formar parte del estudio de las organizaciones y cómo se desenvuelven y desarrollan al compás del manejo adecuado del manejo de las emociones.
Imagina el caso de un vendedor que no tuviera habilidades de relación con los clientes, un empresario sin motivación por su empresa, o un negociador sin autocontrol. A estas personas una Maestría en Harvard no les serviría de nada, porque tardarían poco en echar a perder su trabajo por un mal conocimiento de sus emociones, sin siquiera llegar a la parte de la empatía.
Los miembros de una organización ya no solo tienen que conocer su trabajo, los procesos y procedimientos para llevarlo a cabo, la tecnología y su uso adecuado, las herramientas de gestión más apropiadas, sino también deben poseer competencias que les permitan “navegar” en ese mar de relaciones que es una organización, construyendo un “clima emocional” que permita el fluir de todos esos procesos humanos vinculados a las emociones que subyacen inevitablemente en la convivencia dentro de una empresa.
Ya no podemos tan solo confiar en las capacidades del intelecto, sino que apoyados en las emociones, debemos ejercer procesos personales de liderazgo, y manejarnos “emocionalmente inteligentes”.
¿Has evaluado la influencia de tu estado emocional en tus decisiones? ¿Haces un esfuerzo por ser empático a las emociones de las personas con las que te relacionas? ¿Aplicas la #inteligencia #emocional ante los cambios?
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